En todo proyecto confluyen tres tiempos: el anterior a la situación dada, que está constituido por la tradición cultural e individual que perfila nuestras intenciones; el tiempo del acto de proyectar, que congela la experiencia del tiempo en presente -la experiencia del tiempo anterior y también la del posterior-, y el después, que es el tiempo del discurso gráfico, el tiempo de la experiencia virtual del mundo de la obra hecha al proyectar y que cualquier lector puede interpretar. "Seguim...
En todo proyecto confluyen tres tiempos: el anterior a la situación dada, que está constituido por la tradición cultural e individual que perfila nuestras intenciones; el tiempo del acto de proyectar, que congela la experiencia del tiempo en presente -la experiencia del tiempo anterior y también la del posterior-, y el después, que es el tiempo del discurso gráfico, el tiempo de la experiencia virtual del mundo de la obra hecha al proyectar y que cualquier lector puede interpretar. "Seguimos, pues, el paso de un tiempo prefigurado a otro refigurado por la mediación de uno configurado".
A esos tres tiempos -según Ricoeur- les corresponden tres acciones: prefigurar las intenciones, configurar éstas en el proyecto y refigurarlas de nuevo en la lectura -lectura del propio arquitecto o de los posibles interesados-; tal conjunto es lo que el filósofo denomina la triple mímesis.